Centro de Recursos para el Aprendizaje (CRA).
"Luisa del Valle Silva Bravo"
Aquí encontrarás:
1. Qué es el CRA.
2. Biografía de "Luisa del Valle Silva Bravo".
1. ¿Qué es el CRA?
Los Centros de Recursos para el Aprendizaje o CRA, son parte de un plan global de mejoramiento de las bibliotecas
escolares, transformándolas en nuevo tipo de biblioteca. El potencial de
los CRA radica en prestar servicios educativos y culturales más allá de
la comunidad escolar en que están insertos.
La
transformación de la biblioteca en un Centro de Recursos para el
Aprendizaje no sólo implica cambios en el lugar de estudio y en los
materiales disponibles, sino que genera un nuevo concepto, donde hay
información actualizada y múltiples servicios, a disposición de la
comunidad. El CRA no sólo colabora ofreciendo fuentes de información,
sino también apoya a la planificación educativa, al incentivar la
participación de todos los profesores en el proceso de selección de
nuevos materiales, eligiendo los recursos más adecuados a sus
necesidades pedagógicas.
En
cuanto a los alumnos, el CRA permite que participen en un proceso de
aprendizaje activo, donde los jóvenes aprenden mejor. Ofreciendo
información, apoyando la investigación, brindando lectura variada,
estimulando su imaginación y promoviendo la autonomía, estas “nuevas
bibliotecas” enriquecen lo realizado en clases.
2, Biografía de "Luisa del Valle Silva Bravo".
Luisa del Valle Silva nació en Barcelona, capital del estado
Anzoátegui, Venezuela, el 8 de enero de 1896, en el seno de una familia
de clase acomodada, su padre don Pedro Vicente Silva Morandi y su
madre doña Luisa Fígallo Giordano. Cuando apenas tenía diez años, la
familia se trasladó a Carúpano, segunda ciudad del estado Sucre, al
norte, entre las penínsulas de Paria y Araya; allí transcurre el final
de su niñez, su adolescencia y toda su juventud; jugando, estudiando,
escribiendo versos y educando como maestra de la Escuela Federal
“Alejandro Ibarra” de esa ciudad-puerto, donde enseñaba a leer a sus
alumnos en libros de poemas, practicando las mismas enseñanzas que
recibió de sus tías europeas, quienes se esmeraron en revelarle los
románticos franceses y españoles. Será en esas tierras donde recibirá
el título honorífico de “Hija adoptiva de Carúpano”.
“Y Carúpano, un brazo alargado como su calle, / con la fe
cristalina de su Luisa del Valle”, declama el poeta cumanés Andrés Eloy
Blanco.
“El eco, la presencia de aquel puerto y de aquel mar que la bautizó, no dejarán de resonar a lo largo de casi toda su poesía”,3 escribe el poeta Alfredo Silva Estrada.
En 1926 se traslada a Caracas, donde el 3 de septiembre de 1927,
el poeta Rodolfo Moleiro, uno de los más conspicuos representantes de
la llamada “Generación poética del 18”, la presenta en el Teatro
Municipal de Caracas, enalteciendo a la poetisa de “poemas tornasolados
y caprichosos, como las conchas de madréporas” y, a la maestra que
alista “innumerables huestes para la victoria silenciosa”. Cuán
acertado estuvo el poeta Moleiro en sus dos expresiones, será una
poetisa que trascenderá en las letras venezolanas, y será una activista
gremial en febril diligencia por las reivindicaciones sociales y los
derechos laborales, civiles y políticos de la mujer. Algunos de los
poemas que leyó ese día en el Teatro Municipal forman parte de su
primer poemario, Ventanas de ensueño (1917-1925), que publicará en Caracas, con la Editorial Élite, en 1930.
Luisa del Valle Silva nace en los momentos del romanticismo
tardío, última etapa de aquel llegado desde los puertos de España,
aquel que contempló el “yo” como vía de acceso al Universo a través de
las fuerzas de la inconsciencia y la subconsciencia, del sueño y el
presentimiento, la magia y los enigmas del alma humana.
Atraviesa en su vida encrucijadas de movimientos, propuestas,
manifiestos, proclamas, grupos, revistas y testimonios literarios que
surgen uno tras otro en Venezuela. Desde la formación romántica de su
niñez y juventud, a través de la versificación con propiedad, delicadeza
y corrección del parnasianismo de raigambre europea; las formas del
modernismo americano signadas por el culto preciosista original y
aristocrático la primera, y la prevalencia del sentido genuino de los
pueblos de América la segunda; el criollismo en una vuelta a lo propio
frente al cosmopolitismo modernista; el efímero e ingenuo grupo
Alborada en 1909, aspirando a sustituir la noche por la aurora
en los nuevos destinos gomecistas del país; los fundamentos éticos y
estéticos de la llamada “Generación del 18” en tránsito hacia la
vanguardia que se impone en 1928 con la publicación de la revista Válvula,
reaccionando contra el sátrapa Juan Vicente Gómez y expresando las
corrientes artísticas más importantes que surgieron en Europa en la
primera década del siglo XX, apegados a los principios expresados por
los futuristas, con tendencias iconoclastas y una finalidad global, la
de “sugerir”.
Entre la inclinación universalista e irreverente del colectivo
literario Viernes en 1936, que un año después de la muerte del dictador
Gómez abre las puertas a la poesía venezolana de las obras de los
románticos alemanes, los lakistas ingleses, los poetas contemporáneos
españoles, los surrealistas y los creacionistas, da a conocer en el país
quiénes eran Blake, Hölderlin, Novalis, Rilke, Rimbaud, Valery,
Lautréamont, Wordsworth, Coleridge, Breton, Eliot, Reverdy, torna
familiares los nombres de Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Jorge
Guillén, Pedro Salinas, Pablo Neruda y Vicente Huidobro, y se discute
sobre los grupos Mandrágora y Caballo de Fuego, de Chile, Piedra y
Cielo, de Colombia, y Taller, de México.
Con
el surgimiento de Contrapunto en 1946 y 1949, difundiendo una
literatura fundamentada en la filosofía contemporánea; a través de un
grupo de poetisas venezolanas, las “españolistas” que ocupan un lugar
privilegiado en las décadas de 1940 y 1950; Cantaclaro en 1950,
preconizando el arte como la traducción del hombre y su drama humano,
con un único número recogido por los gendarmes del régimen castrense;
los “niños terribles” del grupo Sardio en 1958, trasgrediendo
concepciones estético literarias por considerarlas fraudes a los
requerimientos de la época que se vivía; el grupo de estudio Presente
cuyos integrantes en su mayoría pasarán a formar parte de Suma en una
postura antiviernista que regresa al rescate de las formas poéticas
hispanas; y El Techo de la Ballena en 1961, proveniente de un
desprendimiento del grupo Sardio, desafiando convencionalismos y
herencias culturales, influido por el Dadaísmo y el Surrealismo.
Atravesando todos los grupos anteriores, en medio de todos esos
movimientos, proclamas, revistas, etc., que se dan en la extensión de
la vida de la poetisa, y en medio de esta vorágine literaria, sin lazos
grupales, alejada de los conglomerados y altares literarios,
encontramos a Luisa del Valle Silva, con su voz solitaria, su estilo
personal y su ritmo propio.
Con una poesía cuyo verso se aleja sesgamente de las formas
usuales que se preconizaban en el proceloso remolino de los diferentes
caños de la marisma literaria venezolana de esos tiempos. Suele
explicarse su poética, enmarcada dentro de la “Generación del 18”, en la
que algunos autores suelen situarla razonando sobre cierta afinidad en
su tratamiento literario del paisaje.
La poetisa era consciente de la cultura patriarcal que imperaba en
la literatura, de la hostilidad del medio que la rodeaba como
escritora y sabedora de cómo vivían las mujeres en Venezuela, quienes,
salvo en escasísimas singularidades, escribieron en esos tiempos,
siempre al margen de los movimientos literarios que se sucedían
vertiginosamente unos a otros.
“No escriben circunstancialmente o como parte del cultivo de las ‘bellas letras’ o con fines didácticos. Podríamos decir que escriben porque quieren”.4
Para esos años urgía en el país la necesidad de disponer de un
centro para la cultura, el arte y la ciencia, sólo debía enfrentarse
con decisión, y eso fue lo que hizo un grupo de mujeres liderizadas por
la compositora María Luisa Escobar y conformado por Luisa del Valle
Silva, Eva Mondolfi, Cachi Decorado, Ana Cristina Medina y Emma
Silveira, quienes decidieron trasformar sus tertulias vespertinas en un
trabajo público abierto a la colectividad, el Ateneo de Caracas, cuya
creación tuvo gran significación durante los años de la dictadura
gomecista, y en cuyas actividades fue relevante el protagonismo
desempeñado por la poetisa. El 8 de agosto de 1931, a las 6 de la
tarde, con Pedro Ríos Reyna y su agrupación musical ofreciendo un
concierto, se inaugura el Ateneo de Caracas, y con palabras de Luisa del
Valle Silva nace esta primera iniciativa privada de crear un centro
cultural que albergará las distintas actividades artísticas. Este grupo
de mujeres, y entre ellas Luisa del Valle Silva, fundó esta
institución y la dirigió hasta 1950, cuando pasa a manos de Ana Julia
Rojas. Esta iniciativa se multiplicó en todo el país y Luisa del Valle
Silva integró la primera directiva del Ateneo de Caracas, como
Secretaria de Correspondencia; en el lapso 1932-33 fue su secretaria de
Actas; en 1933-34 es la segunda vicepresidenta; en 1934-35 secretaria
y, en 1939-40, conforma la Comisión de Literatura.
Fue cofundadora, en 1936, de la Asociación de Escritores
Venezolanos, donde fungió de secretaria durante largo tiempo; miembro
de la Federación de Maestros y una de las mujeres inspiradoras que
dirigieron, al lado de Olga Luzardo, la Asociación Cultural Femenina
en 1936, en la que sostuvo la columna Conversación en la página Cultura de la mujer, promoviendo también la creación de la Casa Obrera y las escuelas para obreras.
Juan Vicente Gómez muere en diciembre de 1935. A su muerte, un
grupo de mujeres dirigió el 30 de diciembre de 1935 una carta al
presidente Eleazar López Contreras, en la que solicitaban protección
para las madres y mejores condiciones de vida y trabajo para la mujer.
La Asociación Venezolana de Mujeres, junto a la Agrupación Cultural
Femenina, convocó en 1937 el Primer Congreso de Mujeres, que exigía la
igualdad de salarios, la reforma del Código Civil y el derecho al
divorcio; Luisa del Valle Silva asiste a ese Congreso, cuando se
realiza por primera vez en 1940. Fue también firmante del acta
constitutiva de la Asociación Cultural Interamericana.
El fin del gomecismo con la muerte del dictador marca nuevos
escenarios para la mujer. Las escritoras que aparecen en este período
son las primeras en iniciar la lucha por conseguir un espacio público,
tanto en lo referente a los derechos de la mujer como en el campo
literario. Luisa del Valle Silva, al lado de otras mujeres vinculadas al
medio intelectual, despertará la conciencia del aislamiento que vive y
padece la mujer escritora, e intentará producir estrategias de
“supervivencia literaria”.
Obra poética de Luisa del Valle Silva
- Ventanas de ensueño. Editorial Élite. 1930.
- Humo: poemas, 1926-1929; Imp. La Verónica. La Habana. Cuba, 1941.
- Amor: poemas, 1929-1940. Imp. La Verónica. La Habana. Cuba, 1941.
- Luz: poemas, 1930-1940. Imp. La Verónica. La Habana. Cuba, 1941.
- En Silencio. En: Lírica Hispánica. Caracas, 1961.
- Poesía. Serie: Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos. Editorial Arte. Caracas, 1962.
- Sin tiempo y sin espacio. Arte. Caracas, 1963.
- Amanecer. Publicaciones del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, Inciba. Colección Puente Dorado. Caracas, 1968.
- Antología poética. Publicación en Cuadernos Literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos. Caracas, 1980.
Referencias bibliográficas
- Compilación de Otto D’Sola. Prólogo de Mariano Picón Salas. Antología de la moderna poesía venezolana. Caracas, 1984.
- Rafael Arráiz Lucca. El coro de las voces solitarias: Una historia de la poesía venezolana. Fondo Editorial Sentido. Caracas, 2002.
- Luisa del Valle Silva. Antología poética. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, 2004.
- Yolanda Pantin, Ana Teresa Torres. El hilo de la voz: antología crítica de escritoras venezolanas del siglo XX. Fundación Polar. Angria Ediciones. Caracas, 2003.
- Semanario El Popular, Caracas, 25 de mayo de 1936.
- Jesús Sanoja Hernández. “Las mujeres bajo el gomecismo. Del silencio al estallido”, diario El Nacional, Caracas, 8 de marzo de 1978.
- Márgara Russotto. “La perspectiva del género en la escritura de la modernización venezolana”. Folios, revista de Monte Ávila, Nº 31-32, febrero-abril. Caracas, 1998.
- Luisa del Valle Silva. Sin tiempo y sin espacio. Caracas: Arte. 1963.
- Pedro Díaz Seijas. Historia y antología de la literatura venezolana. Capítulo “Poetas en transición”. Editorial Armitano. 1981.
Fuente: Letralia. Tierra de Letras. (2009) Página web: http://www.letralia.com/208/ensayo01.htm [Consultada en abril de 2015]
Diseño, montaje y edición Profesor Ríchard Matos H. Educación Intregral, Caracas, abril de 2015. Unicamente con fines pedágogicos y divulgativos.
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